Antonio Argandoña, Profesor de Economía y Ética Empresarial, IESE Business School
La ética en la empresa depende en gran medida de cómo actúan sus directivos. Una empresa debe ser ética si quiere ser una buena empresa y un directivo debe ser ético si quiere ser un buen directivo, porque no hay decisiones buenas si no son éticas.
Sin embargo, ser ético en la empresa no es fácil. Esto se debe en gran medida a la naturaleza del trabajo y a que, en muchos casos, la ética no se considera una cuestión relevante en los negocios. Aun así, pese a todo, la ética está presente en cada decisión que toma un directivo. De ahí la importancia que tienen los ejecutivos a la hora de promover la ética en las organizaciones en las que trabajan. Ofrezco una serie de consejos prácticos para fomentar la ética en la dirección:
1. Entender la realidad. El directivo debe aprender a valorar correctamente la realidad: lo que nos gusta no siempre coincide con lo que nos conviene. Debemos de tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones sobre nosotros mismos, y sobre el resto de los empleados. Por ese motivo, las personas que ocupan puestos de responsabilidad en las empresas deben esforzarse por descubrir las necesidades de los demás, y tenerlas en cuenta. Esto también implica, llegado el momento, reconocer los errores y dejarse ayudar.
2. Ayudar al prójimo. Una misión fundamental de cualquier directivo es, además de conseguir unos buenos resultados económicos, lograr que el lugar de trabajo sea un espacio en el que los trabajadores puedan desarrollarse como personas. Debemos fomentar la sensibilidad de la gente que nos rodea. También hay que fiarse de los demás, y que ellos lo sepan: hay que saber darles responsabilidad, y dejar que se equivoquen. Un buen ejecutivo debe eliminar las acciones que puedan mover a otros a actuar de manera egoísta. Para ello es necesario desarrollar una cultura del diálogo en la compañía, y crear confianza con el resto del equipo.
3. Complicarse la vida. No vale rebajarse a objetivos parciales. Es básico que los directivos superen la tentación de lo cómodo y que huyan de la cobardía. Para conseguirlo, resulta esencial que todo líder haga cada día lo correcto y lo que le corresponde. Así podrá llevar a cabo una adecuada gestión del riesgo, de los impactos y de las prácticas del negocio. Si aprende a actuar y adquiere una serie de hábitos operativos, tendrá mucho ganado. Pregúntate qué es lo mejor en cada caso, y pon las medidas para que lo malo no vuelva a ocurrir.
4. Definir la misión de la organización y sus valores. En cada una de sus decisiones, los directivos deben generar satisfacción en la organización en la que trabajan para mejorar los resultados futuros. Y han de crear y difundir una cultura profesional y ética en la que los valores de la empresa estén alineados con la manera de actuar en la misma. Para ello, es clave que los cuadros de dirección creen controles y revisen las estructuras, los procesos, las rutinas y los incentivos. Otro aspecto igualmente importante es impulsar la ética en las políticas de Recursos Humanos: selección, formación, promoción…
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