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Presentaciones
Economía
Alicia Bárcena, Laura López, Osvaldo Kacef y Susana Malchik
La reacción de los gobiernos de las Américas frente a la crisis internacional
El extendido aumento de la incertidumbre dificulta la vuelta a la normalidad de los mercados de crédito, a pesar de los esfuerzos de las autoridades monetarias por inyectarles liquidez. En este contexto, se agrava paulatinamente el cuadro recesivo derivado de la enorme pérdida de riqueza financiera y no financiera del sector privado, en especial en los países desarrollados, pero también en economías emergentes. A su vez, este cuadro sumamente negativo afecta las expectativas, y ocasiona un deterioro de los mercados de trabajo y una caída de la inversión y del consumo.En "La reacción de los gobiernos de las Américas frente a la crisis internacional", la Cepal presenta las medidas de política anunciadas hasta el 30 de junio de 2009. A grandes rasgos, estas medidas se pueden dividir entre aquellas orientadas a restaurar la confianza y poner en funcionamiento los mercados financieros y aquellas cuyo objetivo es apuntalar la debilitada demanda agregada.El abanico de medidas anunciadas es bastante amplio, no sólo porque los impactos de la crisis difieren de un país a otro y, por lo tanto, también difieren los instrumentos indicados para contrarrestarlos, sino además por las diferencias que se observan en relación con la capacidad de cada país, determinada por la disponibilidad de recursos, para llevar adelante distintas iniciativas.
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Economía
Alicia Bárcena, Laura López, Osvaldo Kacef y Susana Malchik
La reacción de los gobiernos de las Américas frente a la crisis internacional
Pocas dudas caben acerca de que el mundo enfrenta su peor crisis desde los años treinta. El extendido aumento de la incertidumbre dificulta la vuelta a la normalidad de los mercados de crédito, a pesar de los esfuerzos de las autoridades monetarias por inyectarles liquidez. En este contexto, se agrava paulatinamente el cuadro recesivo derivado de la enorme pérdida de riqueza financiera y no financiera del sector privado, en especial en los países desarrollados, pero también en economías emergentes. A su vez, este cuadro sumamente negativo afecta las expectativas, y ocasiona un deterioro de los mercados de trabajo y una caída de la inversión y del consumo.Los países del continente americano han reaccionado con el anuncio y la implementación de medidas de diversa índole, que se reseñan en el presente documento. A grandes rasgos, estas medidas se pueden dividir entre aquellas orientadas a restaurar la confianza y poner en funcionamiento los mercados financieros y aquellas cuyo objetivo es apuntalar la debilitada demanda agregada.El abanico de medidas anunciadas es bastante amplio, no solo porque los impactos de la crisis difieren de un país a otro y, por lo tanto, también difieren los instrumentos indicados para contrarrestarlos, sino además por las diferencias que se observan en relación con la capacidad de cada país, determinada por la disponibilidad de recursos, para llevar adelante distintas iniciativas.En un principio, como cabe esperar en una situación como la reinante, los bancos centrales desplegaron una intensa actividad para inyectar liquidez a los sistemas financieros a fin de permitir el normal funcionamiento de los mercados de crédito locales u otorgar recursos para el financiamiento allí donde estos no llegan. Sin embargo, más allá de las fuertes diferencias que se observan entre las economías analizadas en cuanto a sus grados de monetización o la profundidad de sus mercados financieros, las características de esta crisis y, en particular, la brusca disminución de la confianza, requieren otro tipo de medidas. Es necesario asegurar la liquidez y permitir que la tasa de interés sea lo más baja posible, pero más liquidez no garantiza un aumento de la oferta de crédito y una mayor oferta de crédito tampoco garantiza un incremento de la demanda de bienes. Si bien la política monetaria y aun la cambiaria deben formar parte de un conjunto ordenado y coherente de medidas, es la política fiscal la más potente en estos casos.Por otra parte, tampoco da lo mismo cualquier tipo de política fiscal. En primer lugar, las medidas orientadas a aumentar el gasto tienen mayor potencial que aquellas basadas en una disminución de impuestos. Las primeras implican un aumento directo de la demanda, en cambio las segundas generan un aumento del ingreso disponible del sector privado que, en una coyuntura tan incierta como la imperante, es altamente probable que se ahorre en una proporción elevada.Sin embargo, aunque el análisis se restrinja al incremento del gasto, puede haber diferencias importantes. Si el mayor gasto se concreta por la vía de un aumento de las transferencias directas, el impacto será mayor en la medida en que sea posible focalizarlas en sectores con una mayor propensión a consumir. No obstante, cabe señalar que este tipo de transferencias es más difícil de implementar a corto plazo y más exigente en términos institucionales que las transferencias no focalizadas.De igual modo, cuando el aumento del gasto se realiza mediante la ejecución de programas de incremento de la inversión en infraestructura, debe tenerse en cuenta que no todos los proyectos tienen el mismo impacto en términos de empleo y demanda de insumos producidos localmente. Asimismo, dada la importancia que en estos casos tiene la oportuna aplicación de las políticas, cabe recordar que no siempre se dispone de una cartera de proyectos listos para llevarse a cabo a corto plazo. En consecuencia, puede suceder que, a pesar del menor impacto potencial de la reducción de impuestos (o el otorgamiento de subsidios no focalizados) en relación con el incremento del gasto, los gobiernos muchas veces prefieran la primera alternativa, al menos a corto plazo. Ahora bien, en la medida en que sea factible, es conveniente elaborar planes de gasto y poner en marcha proyectos de inversión adecuadamente evaluados, a fin de promover un uso más eficiente de los recursos públicos. De manera general, se destaca una marcada diferencia en cuanto al alcance de las políticas anunciadas en algunos países sudamericanos en comparación con algunas economías centroamericanas y caribeñas. Seguramente, no es ajena a la explicación de estas diferencias la disparidad de capacidades para implementar políticas contracíclicas a la que hemos hecho referencia anteriormente ni los contrastes en relación con los entramados institucionales que deben impulsar y aplicar las políticas.En el siguiente cuadro se muestran de manera muy sintética las medidas implementadas o anunciadas en los países de América Latina y el Caribe, bajo la premisa de agruparlas, de manera esquemática, en las seis categorías siguientes:• Política monetaria y financiera• Política fiscal• Política cambiaria y de comercio exterior• Políticas sectoriales• Políticas laborales y sociales• Financiamiento multilateralCabe añadir, por último, que si bien casi todas las medidas anunciadas tienen un impacto fiscal, muchas de ellas están claramente orientadas a un sector o a un mercado en particular o a atender cuestiones de índole social. En estos casos se ha preferido duplicar la mención a las medidas, incluyéndolas en el capítulo de políticas fiscales, para dar una idea completa del esfuerzo que las finanzas públicas realizan, pero señalar al mismo tiempo, en el capítulo correspondiente, el objetivo al que apuntan las iniciativas anunciadas.