Guido Stein, Profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones y Análisis de Situaciones de Negocio, IESE Business School

Cuando se llega a un nuevo puesto de trabajo, se produce un contraste inevitable entre lo que se creía o presuponía que uno se iba a encontrar, lo que se sabía con certeza y la realidad que efectivamente se ha de afrontar. Son múltiples y variados los factores que conviene tener en cuenta a la hora de trazar la ruta a seguir y cómo transitarla; entre ellos, podemos encontrar:

  1. Diseñar un esquema para aprender lo que no se sabía y es vital, y para descartar lo que se creía saber y era falso. Se trata, en definitiva, de retar lo que uno cree que es evidente con datos que lo contradigan. Si se viene de fuera de la organización, conviene someter los prejuicios a la realidad; si se es de dentro, corresponde examinar si lo que uno se ha traído hasta ahí es lo que le va a orientar a partir de ahora o si hay que renovar y completar el repertorio de los resortes para actuar.
  2. Determinar los pocos asuntos que son realmente vitales y apuntar hacia ellos con decisión. La novedad del aterrizaje ya introduce suficiente incertidumbre a todo el entorno, sin necesidad de actuaciones precipitadas o manifestaciones confusas que culpabilicen a una parte del equipo o que pongan a la organización en contra. Hay que estar atento a cómo metabolizan los demás los mensajes, sabiendo que las personas cambian de opinión más por observación que por argumentación.
  3. Identificar qué talento se necesita y con qué personas se cuenta para ello. Lo que uno contrata son principalmente actitudes, pues el talento por sí solo no es suficiente para conseguir resultados. Cuanto antes se listen los retos relevantes y las personas que se encuentran como herencia, viendo cuáles de estas encajan con aquellos, antes se podrá tomar decisiones acerca del equipo, lo cual redundará en beneficio de todos, porque se reducirá la inquietud estéril y la rumorología contaminante.
  4. Incorporar el hábito de pararse, cada cierto tiempo, a pensar si se está yendo por el camino correcto y ayudarse con el juicio de terceros. Las palabras de un nuevo directivo corren el riesgo de ser malentendidas y sus actos, malinterpretados, generando problemas de los que no se sea plenamente consciente y que puede no saberse calibrar. Hay que esforzarse por verse con otros ojos, si bien sólo tiene sentido pedir la opinión si se va a tener en cuenta.

Más información: IESE Insight

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IESE Business School
El IESE, la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, es la única escuela de dirección de empresas que ofrece formación para directivos en cuatro continentes, a través de los distintos programas propios que están en marcha y otros que comenzarán próximamente en Europa, Asia, América, y África. La escuela, fundada en 1958, está comprometida con la formación de líderes que puedan imprimir una huella profunda, positiva y duradera en las personas, en las empresas y en la sociedad gracias a su profesionalidad, integridad y espíritu de servicio. Durante sus 50 años de historia ha recibido muchos reconocimientos a nivel internacional, por su labor docente y en el campo de la investigación.

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