Sandalio Gómez, Profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones, IESE Business School.

“El liderazgo es una cuestión de inteligencia, honradez, humanidad, coraje y disciplina… Cuando uno tiene las siete virtudes todas juntas, cada una correspondiente a su función, entonces uno puede ser un líder.” Cita del famoso libro: «El arte de la guerra” de SunTzu.

¿Cuáles son las limitaciones reales (vicios) de los líderes y la forma de combatirlas con decisión y eficacia (virtudes) en la realidad empresarial del siglo XXI?

1. Imprudencia. Síntomas:

  • No considera los pros y contras de sus decisiones
  • No acepta la realidad tal cuál es
  • No valora la importancia de su equipo directivo
  • No mide bien sus fuerzas y las de la Organización
  • Le cuesta tomar decisiones
  • No aplica sus conocimientos a la acción concreta
  • No acepta el consejo de los demás

Por el contrario, el líder prudente:

  • Descubre lo positivo y negativo de las decisiones y tiene en cuenta los medios de que dispone
  • Es objetivo y actúa con ingenio
  • Analiza la realidad y aplica los conocimientos científicos a la acción en las circunstancias de cada momento
  • Se rodea de un equipo directivo valioso al que forma, motiva y delega
  • Escucha a los que más saben, se asesora
  • Conoce bien el proceso de la toma de decisiones, lo que le facilita centrarse en lo relevante y ahorra tiempo y esfuerzo

2. Soberbia. Síntomas:

  • Es incapaz de ser sincero. Envidia a los demás, es muy celoso. Ve enemigos en todos lados
  • Se aísla, piensa sólo en él y encuentra la soledad
  • Se rodea de personas mediocres para que no le hagan sombra: Rechaza el talento
  • Asume tareas que superan su capacidad, queda en evidencia ante los demás y es infeliz
  • Se cree el mejor, superior a todos los que trabajan con él: la soberbia rechaza el criterio directivo de la razón. Ni escucha ni aprende nunca a delegar
  • Llega a creerse un “iluminado” en la estrategia y la ejecución.
  • Usa el poder de forma autoritaria sin convencer

El líder humilde:

  • Ayuda a conocerse y aceptarse tal cuál es y de acuerdo a esa realidad diseña su proyecto personal y su rol social
  • Valora, respeta y escucha a los demás, les da confianza en sí mismos y les ofrece oportunidades de desarrollo
  • Conoce el límite de sus fuerzas y no se cree superior a los demás. Se rodea de talento y lo apoya
  • Enseña que no hay competidor pequeño y está predispuesto a pedir consejo y aprender de los demás
  • Rectifica sin problema cuando se equivoca
  • Vive con mente abierta, es flexible, y tiene siempre los ojos y oídos abiertos.
  • Comparte y sabe pedir ayuda. Tiene empatía y trata de entender al prójimo. Sabe delegar sin miedo
  • El dirigente humilde otorga el éxito a quien corresponde

3. Impaciencia y debilidad. Síntomas:

  • No va de frente. No habla claro ni lo hace a tiempo. Falta de lealtad.
  • Pretende conseguir las cosas importantes con excesiva rapidez y sin esfuerzo. Le falta paciencia.
  • No tiene equilibrio en su estado de ánimo.
  • Renuncia demasiado pronto ante las dificultades y no valora el esfuerzo y la constancia.
  • Traslada la tensión a toda la organización en los momentos difíciles y no la mantiene en los momentos fáciles.

El líder fuerte:

  • Mantiene el equilibrio, la confianza y la ecuanimidad ante situaciones complejas y problemas inesperados.
  • Transmite serenidad y capacidad de superación en los momentos difíciles.
  • Actúa con decisión ante las dificultades y permanece alerta cuando las cosas van bien, sin confiarse.
  • Realiza un trabajo sistemático, disciplinado y con un esfuerzo continuo, entrena la “voluntad y la conciencia”
  • Se sobreponerse a las múltiples adversidades que se presentan en la vida empresarial
  • Comunica, en el momento adecuado y con claridad, lo que va bien, lo que va mal y exige lo que puede dar cada uno.
  • Reconoce y acepta los errores propios y los de los demás y corrige lo que sea necesario. Acepta y valora a los demás tal como son.
Los temas de este blog:
IESE Business School
El IESE, la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, es la única escuela de dirección de empresas que ofrece formación para directivos en cuatro continentes, a través de los distintos programas propios que están en marcha y otros que comenzarán próximamente en Europa, Asia, América, y África. La escuela, fundada en 1958, está comprometida con la formación de líderes que puedan imprimir una huella profunda, positiva y duradera en las personas, en las empresas y en la sociedad gracias a su profesionalidad, integridad y espíritu de servicio. Durante sus 50 años de historia ha recibido muchos reconocimientos a nivel internacional, por su labor docente y en el campo de la investigación.

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