José Ramón Pin Arboledas, Profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones y Ética Empresarial, IESE Business School
La responsabilidad social corporativa (RSC) y la estrategia de la empresa solo pueden existir como piezas de un mismo conjunto: si las políticas internas no son coherentes con la misión social de la organización, su reputación estará en peligro.
Las organizaciones funcionan bajo un sistema concreto de dirección de personas que incluye las políticas de retribución, el diseño de carrera y de puestos de trabajo, y la comunicación; así como una estrategia basada en un entorno económico, cultural, social, político y laboral específicos. Y todo ello debe operar de forma armónica y consistente, como un mecanismo bien engrasado.
Algunos ejemplos de políticas de responsabilidad social que han de ser consistentes con las prácticas internas de la empresa:
Por el contrario, hay políticas de RSC que pueden potenciar la consistencia de la organización. Un ejemplo es el llamado «voluntariado empresarial». Dedicar tiempo del horario laboral y medios que faciliten las acciones sociales a los miembros de la empresa puede mejorar el clima laboral, potenciar las relaciones interpersonales y reforzar la estrategia de la empresa gracias a la adquisición de competencias y virtudes por parte de los empleados.
La RSC puede servir para impulsar la estrategia de la empresa y reforzar los lazos con los clientes. Cuando responde a lo que los diferentes grupos de interés de la empresa necesitan y es consistente en toda la organización, resulta creíble, y la credibilidad proporciona reputación, que se convierte en una fuente de ventaja competitiva.
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