Rafael Andreu, Profesor de Dirección Estratégica en IESE Business School
La actividad de una empresa genera huellas tanto en su propio seno (internas) como en su entorno (externas). Positivas o negativas, esas huellas se acumulan en las personas, en las organizaciones y en su entorno y condicionan su efectividad futura. Por ello, son parte genuina de los resultados empresariales, como recoge mi libro Huellas. Construyendo valor desde la empresa.
La obra, a través de ejemplos y marcos conceptuales, explica cómo analizar y encauzar las huellas en positivo para aprovechar su valor, que además puede redundar en una mejora de los resultados económicos a medio plazo.
Para distinguir entre huellas negativas y positivas se puede, por ejemplo, analizar su impacto en cada individuo en términos de si implica su degradación como persona (porque se le trató como un ser inferior durante la interacción) o, por el contrario, no lo hace e idealmente lo potencia en este sentido.
Los directivos tienen un papel fundamental en la generación de huellas positivas a diversos niveles, incluido el suyo:
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