Rafael Andreu, Profesor de Dirección Estratégica en IESE Business School

La actividad de una empresa genera huellas tanto en su propio seno (internas) como en su entorno (externas). Positivas o negativas, esas huellas se acumulan en las personas, en las organizaciones y en su entorno y condicionan su efectividad futura. Por ello, son parte genuina de los resultados empresariales, como recoge mi libro Huellas. Construyendo valor desde la empresa.

La obra, a través de ejemplos y marcos conceptuales, explica cómo analizar y encauzar las huellas en positivo para aprovechar su valor, que además puede redundar en una mejora de los resultados económicos a medio plazo.

Para distinguir entre huellas negativas y positivas se puede, por ejemplo, analizar su impacto en cada individuo en términos de si implica su degradación como persona (porque se le trató como un ser inferior durante la interacción) o, por el contrario, no lo hace e idealmente lo potencia en este sentido.

Los directivos tienen un papel fundamental en la generación de huellas positivas a diversos niveles, incluido el suyo:

  • En todo tipo de interacciones. Incluso las más sencillas dejan huella, ya sea enseñar a usar un procedimiento o desarrollar una habilidad operativa. Las huellas, además, tienden a reforzarse en actividades en grupo.
  • En la relación con su equipo. Ideas preconcebidas sobre las personas pueden provocar actuaciones frustrantes para ellas y las correspondientes huellas. En el mismo sentido, es conveniente «dejarse conocer»; lo contrario provoca huellas negativas por omisión.
  • Evitando aprendizajes negativos, a menudo fruto de un conocimiento deficiente (y degradante) de sus interlocutores, a quienes se considera inferiores de entrada. Sucesivas interacciones van dejando entonces huellas negativas en ellos, mientras quien las provoca las percibe equivocadamente como positivas. El resultado es inesperado, explosivo, contraproducente para la colaboración y corrosivo para todos.
  • Teniendo en cuenta los factores emocionales que acostumbran a acompañar a todas las huellas. Cultivar emociones positivas asociándolas a huellas positivas es obviamente efectivo, pero una incoherente combinación de huellas y emociones es fatal. Es fundamental cuidar el lado emocional de las huellas para encauzar los aprendizajes en positivo.
  • Ejerciendo de mentor en todo el proceso para conseguir combinaciones coherentes de aprendizajes y emociones.
  • Y recordando que las huellas afectan a todos los stakeholders (o partícipes). En particular, no hay que olvidar las posibles huellas negativas externas a la empresa, a menudo consecuencia de la aplicación de una misión externa deficiente. Por otro lado, las huellas internas deberían poder inferirse a partir de la misión interna.
Los temas de este blog:
IESE Business School
El IESE, la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, es la única escuela de dirección de empresas que ofrece formación para directivos en cuatro continentes, a través de los distintos programas propios que están en marcha y otros que comenzarán próximamente en Europa, Asia, América, y África. La escuela, fundada en 1958, está comprometida con la formación de líderes que puedan imprimir una huella profunda, positiva y duradera en las personas, en las empresas y en la sociedad gracias a su profesionalidad, integridad y espíritu de servicio. Durante sus 50 años de historia ha recibido muchos reconocimientos a nivel internacional, por su labor docente y en el campo de la investigación.

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