En los negocios, personas

Gaizka Ormazabal, Profesor de Contabilidad y Control, IESE Business School

Según una reciente encuesta de Pricewaterhouse Cooper (PwC), los consejos actuales consideran la gestión del riesgo como algo prioritario. Esto no nos debe extrañar, ya que no nos hemos recuperado del todo de la crisis financiera. Por tanto, conviene preguntarnos si vamos en la buena dirección de cara a mantener en un nivel aceptable los riesgos generados por un entorno de negocios tan volátil como el actual. Demanda una supervisión del riesgo más exigente y, por tanto, una implicación más honda de los consejos de administración en la gestión de riesgos.  Ofrezco un análisis de unas claves para adaptar a esta demanda.

1. Crear cargos y comisiones. Algunas empresas confían la supervisión de riesgos a una comisión específica, que suele estar formada por consejeros independientes y expertos en gestión de riesgos. El informe de Deloitte de 2015 sobre consejos de administración señala que el 86% de las empresas financieras encuestadas cuentan con al menos un consejero independiente en su comisión de riesgos. Esto supone un 58% más que en 2012. Asimismo, dicho informe señala que el 60% de las comisiones de riesgos cuentan con un experto en gestión de riesgo. Además, el informe revela que en el 92% de las empresas existe un director de riesgos o un cargo equivalente, lo cual supone un 65% más que en 2002. También ha dejado de ser infrecuente que el CRO reporte directamente al consejo de administración, lo cual se considera una buena práctica.

2. Hacer preguntas y cuestionar respuestas. Revisa regularmente los signos vitales que dibujan el cuadro de riesgo de la empresa. Más en concreto: Estudia las principales categorías de riesgo, sus interrelaciones, la probabilidad de que se materialicen y, en caso de que así fuera, las medidas a tomar. Velar por que los programas de retribución de los ejecutivos incentivan el comportamiento deseado; procurar que los perfiles directivos encargados de la gestión de riesgos tengan la cualificación y experiencia adecuadas; y recabar los informes pertinentes, tanto de la dirección como de fuentes externas independientes (auditores, asesores legales, analistas).

3. Marcar el tono desde arriba. En este punto los consejeros desempeñan un papel importante al “marcar el tono desde arriba”, estableciendo los valores que conducen la ética de la empresa y modelándolos personalmente de la mejor manera posible. Estableciendo canales de comunicación abiertos que permitan la identificación y gestión preventiva de riesgos, así como definiendo claramente el nivel de riesgo que se quiere asumir, puede servir de guía para la alta dirección cuando fija los objetivos estratégicos de la empresa.

4. Contrarrestar el riesgo a corto plazo con la visión a largo. En los últimos años, determinados accionistas y fondos de inversión de alto riesgo han presionado de forma cada vez más intensa a ciertas sociedades cotizadas para que ofrezcan resultados a corto plazo. Se trata de una presión que podría generar un aumento del riesgo de impago, y, por tanto, comprometer los resultados a largo plazo. Hay que contrarrestar la tendencia a favorecer las estrategias a corto adoptando una visión más a largo plazo en la revisión de la estrategia. De hecho, el informe de PwC apunta que ese horizonte es mayor que hace cinco años en el que 58% de los consejos, frente al 48% en 2011.

Para más información: IESE Insight