Propiedad Industrial y Competitividad Global en Perspectiva Histórica. Una Década de Colaboración entre la OEPM y la UAM
J.Patricio Sáiz
La historia económica y tecnológica es estudiada para saber de qué forma condicionan el crecimiento económico.
Hace una década que algunos economistas teóricos están proponiendo estudiar lo que ocurrió en el pasado como medio para mejorar el análisis y comprensión de las claves de la actualidad. Para algunos incluso, la salida de la crisis pasa ineludiblemente por el aprovechamiento del laboratorio que los siglos ofrecen al profesional de la economía y, por tanto, porque "la historia económica se convierta en el centro de las enseñanzas del economista".
De igual manera, cuando en la segunda mitad del siglo XIX España comenzó su tardío y atrasado desarrollo industrial, ingresó en la incipiente economía internacional del momento con una estructura comercial basada en sus entonces ventajas comparativas: un país exportador de materias primas de gran volumen y escaso valor añadido (minerales y productos agrarios de diversa índole) e importador de productos industriales,
maquinaria y tecnología.
Hay tres cuestiones clave en la historia económica de España que explican gran parte de los impedimentos en la adquisición de aptitudes y capacidades científico-técnicas competitivas.
Como conclusión, se explica que la historia es una buena herramienta para analizar en el largo plazo los resultados de sistemas de innovación del pasado, para aprender de los errores o aciertos y de sus consecuencias en el tiempo, y para ayudar, por tanto, a disminuir la incertidumbre relacionada siempre con el futuro. La defensa de los derechos de propiedad industrial es políticamente correcta. Pero Suiza no tuvo legislación hasta finales de la década de 1880 e hicieron falta varios referéndums para lograrla .Holanda fue más allá. Literalmente destruyó su Ley de patentes entre 1869 y 1910 para permitir a sus industriales y empresas imitar hasta adquirir habilidades innovadoras y capacidades competitivas.
Importantes economistas occidentales y norteamericanos comienzan a dudar del papel de las patentes y los derechos de propiedad industrial, y se oponen abiertamente a los “monopolios intelectuales”, máxime cuando es probable que algunas potencias emergentes, como las citadas China e India o Brasil inunden Estados Unidos y Europa de los mismos en breve.
Descargar documento
Únase a la conversación