El número de profesionales jóvenes que con menos de dos años de experiencia cursan un postgrado, va creciendo. Se trata de una estrategia para diferenciarse de la competencia y optar a mejores empleos. Sin embargo, algunos especialistas creen que puede ser una pésima medida, pues lo ideal es tener experiencia.
De acuerdo con un reporte de Universia y Trabajando.com 41% de los encuestados tiene actualmente o está cursando un segundo título, 52% lo hizo porque necesitaba saber más para seguir creciendo y 27% afirmó que esta decisión es fundamental para ser reconocido en el mercado.
Según Yael Sescovich, senior manager sales y marketing divisions de Michael Page “alrededor de 35% de los jóvenes chilenos con menos de dos años de experiencia tiene un postítulo”.Yipsi Cambara, HR Executive de Hays en Chile complementa que “aproximadamente más de 70% tiene algún postgrado, como diplomado, magistaer, ph.D o MBA”. Lo que de cierta forma se puede aplicar a otros países de la región donde la competencia es dura y la formación es una fórmula para diferenciarse.
Para Alvaro García, gerente general de Trabajando.com “esto pasa por varios fenómenos, uno de estos es lo que los norteamericanos llaman “inflación académica” que se refiere a que en un contexto actual donde hay más profesionales disponibles, tener un título ya no marca una diferencia abismante con respecto al resto o la mayoría, por lo tanto hay que seguir estudiando para marcar estas diferencias”.
Tatiana Briones, quien tiene cuatro años de experiencia y cursa el programa EMBA en Espae, sabe qué significa estar inserto en un mercado competitivo, bastante marcado por estos jóvenes tan bien preparados. “Es indispensable estar preparado para un mercado tan exigente, y la mayoría de los jóvenes el día de hoy a penas se gradúan buscan un postgrado así que la brecha es amplia”, dice Briones, quien también aclara que “es necesario que los estudios vayan acompañado de la experiencia para desempeñarse adecuadamente en el mercado”.
Se trata de jóvenes que no ven necesidad de buscar trabajo al graduarse y prefieren seguir estudiando. Martha Vallejo, profesora de Recursos Humanos en la ecuatoriana Espae-Espol, dice que “nos encontramos en la era del conocimiento y ellos lo saben, así que la experiencia la van adquiriendo en las prácticas pre profesionales. Me atrevería a decir que sin un fuerte componente de liderazgo, donde la iniciativa, la visión y la influencia que deben tener, no quieren asumir mayores riesgos en un emprendimiento, por lo que deciden seguir estudiando más y más”.
Debido a este aparente perfil más riesgoso, es que en algunas empresas se instalen ciertos mitos en torno a ellos, lo que genera que los jefes no siempre estén dispuestos a contratarlos. Se suele creer que no se comprometen lo necesario con la empresa y que tampoco permanecen mucho tiempo en la misma. Sin embargo, pese a esta “mala fama”, es mayor el porcentaje de firmas que les dan trabajo en comparación con las que supuestamente les cierran las puertas. Y si debido a su alta formación se podría pensar que cobran más salario o esperan escalar rápidamente en la organización, ellos prefieren sobre todo un buen clima laboral, tener flexibilidad y desarrollarse, aunque esto no implique necesariamente que piensen quedarse mucho tiempo en la compañía.
Sescovich, de Michael Page, dice que estas personas pueden efectivamente tener más opciones de trabajo, eso sí, sin obtener la remuneración esperada en un principio sino que a mediano plazo. Cambara, de Hays en Chile, agrega que lo ideal es que el candidato tenga tanta educación como experiencia, siendo aún más importante que domine otro idioma, como el inglés.
¿Más o menos preparación?
Al contrario de lo que se pudiera esperar, los especialistas recomiendan no dejar de formarse. Vallejo explica que la preparación continua “aumenta significativamente sus posibilidades de empleo y de progreso en la vida”. Aunque, también advierte que “les iría mejor si se deciden por un emprendimiento, están preparados para ello, y el entorno económico del país y la región les favorece”.
Es igualmente necesario que sepan lo que quieren y se amolden a las necesidades del mercado. Ana Herranz, directora de Career Education en IE Business School, recomienda a los jóvenes profesionales “que se respondan qué quieren y qué se les va bien hacer, y se informen al respecto, porque si no lo tienen claro nunca lo conseguirán, si no sabes el destino nunca llegarás a él”.
El no tener claro qué se quiere hacer es precisamente, según Cambara, un problema bastante grave, porque “ese esfuerzo económico no se ve tan inmediato en la renta”. Además, el empleador frente a candidatos con similar preparación académica, evaluará más que nada “habilidades, logros y desafíos, y la forma en cómo los has enfrentado”.
Formación continua
La oferta de programas para recién graduados es extensa, cada cierto tiempo se lanza uno que otro, con la promesa de insertar a estos jóvenes en el mercado. Algunos ejemplos son el Master of Management Studies (MMS) de la Escuela de Negocios Fuqua y el Master in Management (MiM) de IE, ambos para estudiantes con poca o nada de experiencia. También se suman a estos los diplomados o especializaciones que se extienden cerca de 12 meses. Los precios de estas alternativas son más bajos que las maestrías.
Estos han surgido, en parte, para amoldarse a las necesidades del mercado. Herranz explica sobre el MiM que al menos una vez al año la escuela se intenta empapar de lo que están buscando las compañías, y lo aplican en sus programas. En el contexto particular español, relata Herranz, “hemos notado que con la crisis a algunos alumnos los contratan en prácticas, para evitar errores, probar al candidato y luego ofrecer un contrato fijo. Esa es una vía que nos resulta bastante buena para conseguir la colocación, y es la alternativa que las empresas tienen, abaratando costes y evitando cometer errores en la selección”.
Armar red de contactos y especializarse
A la hora de las recomendaciones a estos jóvenes, los especialistas concuerdan en que se debe complementar estudios y trabajo, de forma de aplicar conocimientos. Yael Sescovich, dice que “hay que entender que un cartón no asegura nada. Lo recomendable es potenciar la práctica laboral más que la especialización”.
Sin embargo, tanto Herranz como Vallejo creen que la especialización es fundamental. Para la profesora de Espae,“en mi opinión el orden de prioridades sería: primero
especializarse mediante estudios de postgrado, luego ganar experiencia y entonces mejorar el inglés”. Herranz, por otro lado, recomienda que a la hora de elaborar el currículo, no se inclinen por verse tan generalistas, sino que se concentren en lo que mejor saben hacer.
Como consejo aparte, la académica del IE dice que es importante armar una red de contactos relacionada con lo que le interesa al estudiante. “Conocer gente del sector, porque aplicar a puestos online, a través de las redes de empleo, es tan fácil que la propia tecnología ha matado el sistema. Este se inunda de currículos. Es muy bueno entonces tener una persona que te recomiende, es una manera de diferenciarse”.
Bien lo sabe Tatiana Briones, quien tuvo que pensar un buen rato a la hora de escoger qué maestría cursar: “La elección del EMBA fue un poco complejo, puesto que mi carrera de pregrado es administrativa, por lo cual una buena opción hubiese sido escoger una maestría más específica o técnica, pero en el ámbito laboral tengo más experiencia y me encuentro desempeñando la parte administrativa, así que me decidí por profundizar los temas administrativos desde una óptica más gerencial para la toma de decisiones que no se aprende en el pregrado”. Esto explica por qué la experiencia es fundamental como base para escoger a qué clase de preparación optar.
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