Un grupo interdisciplinario de profesionales optó por hacer una empresa de ingeniería y servicios. A pesar de la motivación inicial, la no definición de un modelo claro de negocios empezó a hacer ruido. El conflicto por cómo distribuir las responsabilidades y el dinero empezó a crear la sensación entre sus integrantes de que cada cual trabajaba más que el resto, lo que generó peleas al interior de la naciente compañía. Esto a su vez llevó a que se ausentasen del lugar de trabajo, dejaran de reunirse, comunicarse y finalmente se atrasaran en la toma de decisiones clave, originando problemas para adquirir el equipamiento que necesitaban, con un gran costo económico.
El caso real de esta empresa chilena no es algo aislado. Dave MacClure, fundador de 500 Startups dijo una vez que “la mayoría de empresas mueren por suicidio y no de competencia” y muchos estudiosos del tema comparten su opinión.
El experto costarricense en emprendimiento Alejandro Brenes va más allá y sostiene que escoger a un socio es como escoger a la esposa, “son las personas con las que pasarán muchos años si todo sale bien, llorarán juntos en los fracasos y disfrutarán al máximo las alegrías. Su emprendimiento conjunto los va a atar a un nivel tanto personal como emocional y financiero”.
Según Brenes, autor del blog de gestion “La Ruta Emprendedora”, es común escuchar historias de socios cuya relación terminó de la peor manera; desde personas en la cárcel, hasta empresas líderes en sus industrias que se han ido de pique por enemistades entre socios, destruyendo mucho valor y amistades a su paso.
“Así como en el amor una persona se vuelve irracional, así se vuelven muchos socios cuando entran en conflicto; desconfianza, codicia, ira, son sólo algunos de los sentimientos negativos a los que de un momento u otro nos enfrentamos. Más complicado aún, es que esta es de las cosas del emprendimiento que a uno no le enseñan en la universidad o en algún curso. De hecho, ni siquiera en Internet hay muchos recursos disponibles que abarquen el tema”, lamenta.
En el caso de la empresa chilena, el problema significó una crisis fuerte, pero no el deceso del emprendimiento. Al revés, la relación mejoró porque entre todos los socios elaboraron un manual de asignación de roles y se definió el tipo de pago por actividad, dejando además establecido el valor de las horas hombre, con miras a evitar problemas y malos entendidos en el futuro.
Lo que sucedió en esa empresa es un ejemplo perfecto de los tipos de conflictos que suelen surgir al interior de los emprendimientos, especialmente entre socios, explica el profesor Juan Pablo Torres, doctor en estrategia y operaciones, y académico del departamento de administración de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile.
Torres indica que existen dos grandes grupos de conflictos en organizaciones, de acuerdo a la literatura especializada.“Primero están los conflictos cognitivos, que tienen que ver con dificultades en la comprensión de las tareas de la empresa, diferentes visiones sobre el problema, desacuerdos por las soluciones o en la relevancia de los factores. Y por el otro están los conflictos afectivos, relacionados con las emociones, vinculados a problemas de género, desacuerdo por prejuicios, egos o problemas sentimentales”.
Pero sucede que muchas veces conflictos cognitivos, que son relativamente de fácil solución, pasan a convertirse en conflictos afectivos, cuya resolución suele ser más difícil.
Actualmente Torres conduce una investigación sobre el tema, enfocándose en grupos de emprendedores de Startup Chile, el programa de la estatal Corfo para fomentar la cultura emprendedora en esta nación.
A un año de comenzar, el profesor ya ha determinado ciertos patrones y conclusiones preliminares al respecto. Básicamente estas indican que los conflictos son menores en grupos de emprendedores bien afiatados, respecto de los grupos de emprendedores más espontáneos, y que tal como indica la literatura especializada, los conflictos de tarea o cognitivos llevan a una performance positiva de las empresas, mientras que los conflictos afectivos tienen una performance negativa.
"Aunque faltan todavía aspectos por profundizar, tenemos ya la noción que la convergencia ayuda al éxito de las empresas, y que esta convergencia se da cuando existen conflictos cognitivos que encauzan el trabajo al interior de la empresa. Al revés, cuando existen conflictos afectivos estos iniciden negativamente en los modelos mentales del emprendimiento", indica.
Comunicación y objetividad
De acuerdo a Alejandro Brenes, hay tres acciones tendientes a minimizar el roce dentro del emprendimiento: análisis previo, cuentas claras y comunicación.
“Tenemos que escoger bien a nuestros socios, buscar personas que nos complementen bien desde un punto de vista técnico y que compartan nuestros valores. Es posible hacer negocios con cualquier persona, siempre y cuando tengamos cuentas claras y una confianza absoluta. Pero además hay que definir desde el principio lo que va a aportar cada socio: ya sea en conocimiento, dinero y tiempo. Hay que ser muy objetivos y justos a la hora de valorar estos aportes, que en gran medida se va a reflejar en el porcentaje accionario. Finalmente, la comunicación es total y absolutamente crítica para salir adelante y mejorar continuamente. Es importante expresar de una manera constante, correcta y honesta nuestras frustraciones para lograr mejorar y no acumular sentimientos negativos que puedan llevar a un problema mayor”, enfatiza.
En esto coincide Marcial González, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, quien es el cofundador del Centro de defensa del Emprendedor, adscrito a la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech), una instancia que busca mejorar el ecosistema de emprendimiento chileno mediante actividades de formación, de prevención y defensa de los emprendedores frente a las asimetrías del mercado y legislación aplicable.
La labor de este centro también abordará temáticas de conflicto que afecten a los emprendedores en su medio interno.
“En esto hay un mundo que explorar. Por lo general, se tiende a pensar que la hostilidad es algo externo al emprendimiento, más propio del ecosistema, del marco regulatorio, pero no hay que olvidar que parte de esas dificultades pueden provenir desde dentro de la misma familia emprendedora. Por ello, consideramos como uno de esos pilares las asimetrías existentes entre el socio de la idea o proyecto y el socio capitalista o inversionista”, dice el académico.
De acuerdo a González, parte de la solución es saber construir una relación sólida basada en la confinza con el o los involucrados. “Que les ayude también a generar mecanismos de salida que sean fáciles, porque el emprendedor esta muy enamorado de su proyecto y tiene una carga emocional asociada a todo lo que tuvo que vivir para llegar a cierta etapa, por ende no está dispuesto a ceder en su visión del negocio y es ahí que se generan los conflictos posteriores”, afirma.
Según el miembro de Asech, distintas corrientes de la negociación, comenzando por las investigaciones de Ury y Fischer, de la escuela de Harvard, se basan en cuatro grandes pilares: separar las personas del problema; concentrarse en los intereses y no en las posiciones; inventar opciones de mutuo beneficio e insistir en que los criterios sean objetivos.
“Desde esta corriente académica hasta metodologías más nuevas es posible encontrar muchas fases o 'leyes' de la negociación, pero creemos que hay que escribir un nuevo capítulo acerca de la negociación con los emprendedores, porque el medio y la cultura hacen que sea algo diferente y no la aplicación de reglas tácitas para poder llegar a un resultado que agregue valor. La necesidad de criterios objetivos es fundamental para lograr una solución basada en principios, no en presiones. Debemos concentrarnos en los méritos del problema, no en el temple de las partes y ser abiertos a las razones, pero cerrados ante las amenazas”, recalca González.
Para el académico de la FEN, Juan Pablo Torres, no existen recetas mágicas para resolver conflictos, pero sí es muy es útil entender qué tipo de conflictos están experimentando las personas y cuáles son sus detonantes.
A Torres le hace sentido la visión del biólogo chileno Humberto Maturana respecto a esto. “Maturana asevera que no podemos evitar el conflicto, ya que es parte de nuestras vidas. Lo que podemos hacer es encauzarlo. Creo que en conversar abiertamente está la clave. En qué se dice y cómo se dice”, concluye.
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