Mudarse por trabajo: seis consejos para enfrentar el reto

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Convertirse en un expatriado puede llegar a ser todo un desafío para los directivos. Sin embargo, mudarse a otro país no sólo conlleva a adaptarse a otras costumbres, sino también a adoptar nuevas formas de vida.

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Santiago. Mudarse de país por cumplir con las exigencias del trabajo, es sin duda, una oportunidad única en la carrera profesional de un ejecutivo. Vivir en el extranjero, aprender un nuevo idioma oy relacionarse con otras culturas, puede llegar a ser una gran experiencia laboral y personal.

Actualmente, las mudanzas por motivos laborales se han convertido en una de las prácticas más comunes a nivel mundial. La expansión de las grandes empresas ha hecho necesario contar con directivos que manejen los intereses económicos de las compañías en un determinado lugar, pero que además, entiendan la importancia de incorporar otras culturas que enriquezcan a la organización.

Sin embargo, convertirse en un expatriado puede llegar a ser todo un reto para los ejecutivos. Cambiar de residencia no sólo conlleva a adaptarse a otras costumbres, sino también a adoptar nuevas formas de vida, muchas veces, completamente distintas a las que se tenían. A continuación presentamos las seis recomendaciones que hacen los expertos para enfrentar este desafío:

1. Realizar un viaje de exploración al país en donde se residirá. “Es recomendable un viaje de exploración o incluso varios, en el que el expatriado y su familia, si la tiene, puedan ir viendo el entorno en el que vivirán”, explica Mauricio González, director para América Latina de la escuela de negocios A.B Freeman de Tulane University. Anticipar posibles dificultades, estudiar cual será la nueva dinámica familiar, discutir a qué colegio asistirán los niños, ver la distancia que se deberá recorrer diariamente, son otras de las consideraciones a tener en cuenta. “No prever estos escenarios es, de acuerdo con los estudiosos del tema, la principal causa de que la misión de un expatriado fracase, forzando su retorno prematuro al país de origen”, agrega González.

2. Entender y aceptar la cultura local. “El profesional deberá proponerse seriamente entender y aceptar la cultura del país donde residirá por los próximos años, sin que ello implique tener que asumirlas como propias”, explica el experto de Tulane University. Considerando que el desempeño de un ejecutivo tiene mucho que ver no sólo con su capacidad de realizar alguna función, sino también, con su estado de ánimo, vida familiar y estabilidad emocional, se deberá tener claro que mudarse a otro país implicará cambios importantes. “Vivir y convivir con gente de otras culturas, desarrollar relaciones sociales, incluso cosas tan sencillas como obtener una tarjeta de crédito o un seguro de automóvil será primordial”, afirma. Esto se aplicará tanto al expatriado como a su familia. “Llevar a una familia a otro país es como trasplantar un árbol, si las condiciones no son las adecuadas en el nuevo sitio, las cosas no funcionarán”, asegura González.

3. Manejar la incertidumbre para adaptarse al nuevo entorno. En términos generales, mudarse por trabajo, es una de las más ricas experiencias que puede vivir cualquier ejecutivo, afirma Mario Zavala, director académico del Master en Dirección de Empresas del Ipade Business School. “El profesional se expone a una situación nueva, de tremendos retos, posibilidades y claro, de riesgos. Pero un cambio de residencia fuera del país siempre será una buena decisión”, añade. Sin embargo, aclara, cambiarse a otro país genera un tiempo de incertidumbre y dificultades, no sólo por el estrés del ajuste, sino por los detalles de la vida cotidiana. “Aquí es donde el directivo debe descubrir el umbral físico: qué tan contento puedo estar en esa situación, cuál es el límite de acercamiento a las personas diferentes a mí, qué tanto voy a extrañar lo que dejé, qué tanto aguantaré lidiar con la burocracia, qué tanto me afectará el desconocimiento de las reglas del país, de la empresa y la sociedad”, dice el especialista de la escuela de negocios mexicana.

4. Vigilar que los gastos fijos sean cubiertos por la empresa. Entre éstos deberán de contemplarse como mínimo: alquiler de la vivienda, arriendo de un vehículo, colegio para los niños, viajes periódicos de visita al país de origen para toda la familia, y seguro médico internacional, entre otros. “El ejecutivo deberá estudiar los efectos fiscales que su no residencia le va a suponer en el país de origen, ya que los efectos fiscales en su nuevo país de residencia deberá de asumirlos la empresa”, explica Javier Vilaplana, profesor de Fundesem Business School. Usualmente hay un sobrepago para quienes cambian su residencia a otro país, pero se deja fuera el impacto que tendrá al regreso en los beneficios generales, como los planes de pensión del candidato, explica Zavala. Por ello, será importante negociar qué sucederá con el plan de retiro, ya que muchas veces no está considerado de una manera comprensible. A la empresa le resulta difícil, muchas veces, prometer plazas o salarios al regreso del candidato, pero esto es algo que debe negociarse previamente para establecer las reglas de la discusión, cuando el periodo de expatriación haya terminado.

5. No acostumbrarse al exceso salarial durante la expatriación. Incluso asumiendo que el incremento salarial va a ser sólo temporal, mientras dure su periodo de expatriado, el aumento de conocimientos y experiencia profesional será de tal valor que sólo por ello el ejecutivo no debería dudar en asumir el reto de mudarse, señala Vilaplana. En ese sentido, explica, el profesional deberá actuar fríamente, negociando sus condiciones salariales y extrasalariales, que dependerán en gran medida de la oferta y demanda existente para el puesto que le están pidiendo cubrir. Sin embargo, deberá tener cuidado en no acostumbrarse a esas regalías, ya que lo más probable, es que esas condiciones cambien rotundamente una vez que retorne a su país de origen.

6. Tratar de no vivir fuera por un periodo superior a cinco años. Apenas abandone su país de origen, el expatriado deberá asumir que tendrá que “cambiar el chip”. No obstante, según los entendidos, lo mejor será emigrar por un periodo no inferior a tres años ni superior a cinco. “Como otras muchas experiencias de la vida, también la primera vez que se es expatriado se va a pasar por una primera fase de euforia, que después puede desaparecer. Por ello, habrá que encontrar un equilibrio lo antes posible para evitar que estos altibajos afecten en la vida profesional y personal”, concluye el experto de Fundesem.

Y usted, ¿que recomendaría a los expatriados?

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