Nadie rebate la correlación directa que existe entre el crecimiento económico de un país y el surgimiento y desarrollo de emprendimientos que agreguen valor. Emprendedores visionarios son los que entienden mejor las necesidades y demandas de los mercados, y buscan las maneras de satisfacerlas con ofertas y soluciones. Al hacerlo generan tecnología, infraestructuras.
En este sentido, el informe de la CAF Emprendimientos en América Latina, indica las economías regionales en estos momentos son afectadas porque existe una proporción relativamente baja de grandes empresas, dado que la mayoría de los emprendimientos no logran crecer lo suficiente.
Esto marca la diferencia con buena parte de los países desarrollados, dónde la tasa de emprendimientos que dan el salto a la siguiente fase es mayor. Entonces, surge la pregunta. ¿Cómo pueden los países estimular el desarrollo del emprendimiento?
Según el informe, el reto de las políticas públicas consiste en permitir que las iniciativas de emprendimiento puedan concretarse, sean o no portadoras de innovaciones que agreguen valor, con el mínimo costo social posible. Pero resulta complicado designar a ciencia cierta cuál es el elemento que puede poner en marcha la maquinaria del emprendimiento en un contexto específico.
El mundo real ofrece variados ejemplos. En Israel, al margen de la disposición cultural que puedan tener o no de los judíos hacia la actividad de emprender, lo cierto es que “el gobierno colabora, y brinda apoyo a las startups jóvenes y a los innovadores para que desarrollen nuevas tecnologías, además la inversión de capital es considerable en el campo de la investigación, en tanto un 5% del PIB israelí se destina al I+D en servicio del sector industrial, propiciando una relación estrecha entre las universidades y los negocios”, comentaba Rafi Harpaz, director del Departamento de Economía del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, en una entrevista previa con AméricaEconomía.
Mientras, otro es el caso de Frailes, localidad costarricense donde proyectos de emprendimiento fueron la salida que encontraron pobladores locales ante el golpe de un momento de crisis. En Barcelona, la infraestructura, su posición geográfica y el flujo constante de personas de toda Europa que traen consigo ideas nuevas y conceptos disruptivos han contribuido a que la ciudad catalana sea atractiva a los emprendedores españoles e internacionales.
Para encontrar una respuesta, más que indagar sobre países tiene sentido remitirse a aquellas ciudades que son reconocidas como hervideros de innovaciones y emprendedores. San Francisco, sede del Silicon Valley, o Tel Aviv en Israel, son ya iconos clásicos. Pero en el resto del mundo otras urbes han logrado insertarse en el mapa del emprendimiento global.
Puntos en común
Rex Northern es el director ejecutivo de CleanTech Open, una de las más influyentes aceleradoras de negocio de la actualidad con sede en San Francisco. Cuando Northern describe los aspectos que distinguen la ciudad e impactan positivamente en el surgimiento y desarrollo de startups, empieza por llamar la atención hacia “la tolerancia al fracaso. Silicon Valley está diseñado para que la gente tome riesgos, porque generalmente las mayores recompensas resultan de los mayores riesgos y oportunidades”.
Josefa Villarroel, gerente de Garage, plataforma potenciadora de talento emprendedor de la chilena Universidad Adolfo Ibáñez, coincide en que “en primer lugar, debe favorecer el desarrollo de una cultura de emprendimiento basada en la creatividad, la perseverancia y colaboración que promueva la generación de ideas, el desarrollo de las mismas y la capacidad de reemprender cuando los resultados no son los deseados.
Jan Brinckmann, profesor de Emprendimiento del Departamento de Dirección General y Estrategia de la catalana Esade, se refiere también a este concepto. Desde su perspectiva, más que la influencia del entorno cultural social, importa cómo se comporta el contexto inmediato en cuanto a la posibilidad del fracaso. “En Barcelona puede ser que a nivel social no se admire el fracaso, pero creo sucede lo mismo en todos los países, incluso EE.UU. Es más significativo el entorno profesional inmediato, que rodea a los emprendedores. Lo importante es cómo ha arrancado un equipo, qué ha aprendido del primer intento y cómo piensa arrancar de nuevo”.
Sin embargo, para Enrique Topolansky, coordinador del Centro de Innovación y Emprendimientos (CIE) de la Universidad Ort en Uruguay, “los recursos humanos son los más codiciados, talento con un alto nivel académico y una marcada actitud emprendedora, capacidad de adaptarse e innovar. Además, ayuda un entorno social y económico donde las reglas del juego sean claras, se maneje libremente las divisas para el intercambio comercial con otros países”.
Por otro lado, Northern explica su siguiente observación en referencia a la necesidad de disponer de recursos y servicios que permitan mitigar el riesgo de los proyectos. “Debe ser relativamente sencillo encontrar profesionales capacitados para prestar servicios claves como son los abogados, contadores, consultores, organizaciones que faciliten la búsqueda y manejo de recursos humanos, y estén dispuestos a trabajar de gratis en un primer momento, y cobrar con posterioridad”.
Añadido a esto, Brinckmann se refiere a otras facilidades que debe encontrar un emprendedor, especialmente alguien que viene a la ciudad de otro país. Los recién llegados “deben poder elegir dónde vivir, a esto hay que sumar que los costes de arrancar un negocio sean bajos. En Barcelona esto es posible, básicamente 60% de la inversión se destina al personal y el 40% restante cubre lo demás. Y en el mercado laboral actual, se encuentra personal muy capacitado a precios menores que en otras ciudades europeas. Finalmente, es útil poder encontrar buenos desarrolladores y aceleradoras, organizaciones que ayuden a crear la empresa y administrarla inicialmente”.
Por último, tiene vital importancia la posibilidad de conocer e interactuar con personas de valor para el emprendimiento. En palabras de Villarroel, “el networking, es un aspecto fundamental para el éxito de un proyecto. La oportunidad de conocer a un socio, inversionista, cliente o programador con quien, además de aprender de otras experiencias, pueda facilitar el recibir feedback”.
Construir ecosistemas
Rickie Moore, decano y profesor asociado de emprendimiento en la escuela de negocios francesa EmLyon, indica que “es arduo competir con los emporios tradicionales de emprendimiento, en tanto los principales actores ya están bien establecidos y pueden continuar atrayendo a emprendedores porque disponen de capital de riesgo para invertir”.
Pero no es imposible para las ciudades trazar rutas que marquen el proceso de desarrollo de emprendimientos. Una manera de lograrlo es establecer y resaltar elementos distintivos, originales que señalen la diferencia con el resto. “En los países donde se abraza el espíritu del emprendimiento, las ciudades tratar de desarrollar aspectos específicos que subrayen sus diferencias del resto, o sea, tratan de resaltar su originalidad, posicionarse en un lugar clave dentro del espectro de la disrupción innovadora”, añade Moore.
A su vez, el emprendedor y profesor ecuatoriano Fernando Moncayo observa que un primer paso es generar ecosistemas de emprendimiento, tanto dentro de ciudades como dentro de empresas grandes. Al respecto, el informe de CAF sugiere que ambos sectores público y privado desempeñan roles centrales en esta meta. “El sector privado interviene en la elaboración de diagnósticos sobre las necesidades de intervención, y en el diseño de estrategias nacionales, locales y sectoriales para la promoción de emprendimientos”. En tanto, el sector público debe implementar estrategias de apoyo macro en cuatro grandes ámbitos, innovación, talento empresarial, capacidades laborales y financiamiento.
Mientras, en América Latina se encuentran ya polos atractivos, tales como Sao Paulo en Brasil, Santiago en Chile o Montevideo en Uruguay.
Por ejemplo, en Santiago, Josefa Villarroel y Pamela Garrido, al frente de la plataforma Garage de la UAI, afirman que “en los últimos años han surgido instituciones y programas dedicados a apoyar a los innovadores chilenos en temas de financiamiento, internacionalización y protección”. Garrido llama la atención sobre el trabajo de la Asociación de emprendedores de Chile (Asech) que han resultado en iniciativas como Empresas en un Día y a nivel legislativo, en la Ley de Re Emprendimiento.
Hacia el lado Atlántico del continente, Montevideo en Uruguay ha visto un desarrollo progresivo en sus estrategias de apoyo a los emprendedores y la innovación. Según Topolansky, el énfasis intencional se ha puesto en el desarrollo tecnológico tanto por parte de la academia como desde ambos sectores privado y público.
“La creación de la primera incubadora de base tecnológica fue en el año 2000, resultante de la colaboración entre la Ort y el Laboratorio Tecnológico de Uruguay. Luego se fundó la Agencia Nacional de Innovación”.
La formación de talento capacitado en TI en las universidades contribuyó a generar un terreno fértil para la creación de pequeñas empresas. La relación con empresas internacionales obligó a elevar los estándares para resultar más competitivos. “Actualmente Uruguay lidera en América Latina en el Índice de Desarrollo de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC) realizado entre 157 países y divulgado ayer por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU”, señala Topolansky.
El profesor uruguayo concluye haciendo énfasis en cuestiones sociales que, si bien no están directamente vinculadas con la promoción y desarrollo del emprendimiento, si influyen en la configuración económica, política y social de una ciudad o país. “Para mí un elemento central es que existan mecanismos y oportunidades de movilidad social. Por el contrario, en un entorno donde primen las castas, donde ciertas creencias obstaculicen la movilidad, el espíritu emprendedor difícilmente sobreviva”.
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