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John Fernandes: América Latina debe globalizar la calidad de su enseñanza

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Como CEO de la AACSB John Fernandes comenta sobre los temas debatidos en la pasada Conferencia de la LAAC celebrada en México el pasado mes de agosto.

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El pasado agosto se celebró en México la primera Conferencia de la Junta de la AACSB para América Latina y el Caribe (AACSB’s Latin American and Caribbean Advisory (LAAC) Council), donde se analizó principalmente en entorno que deben enfrentar estas escuelas. 

Una de las primera iniciativas de la institución fue crear la Junta de la AACSB para América Latina y el Caribe, de forma de apoyar a las escuelas de negocios emplazadas en esta zona. Y dentro de las próximas acciones de la Junta está reunirse en Lima en noviembre de 2013 y en Buenos Aires en junio de 2014.

John Fernandes, CEO de la Asociación acreditadora conversó con AméricaEconomía para comentar sobre los principales desafíos, fortalezas y debilidades que caracterizan el escenario de la educación de negocios en la región latinoamericana. 

¿Cuáles fueron los principales actores representados en la Conferencia de la LAAC celebrada el pasado agosto? ¿Cuáles fueron los principales temas debatidos?

En lo concerniente a la Conferencia inaugural de la AACSB en América Latina y el Caribe (LAAC), me voy a referir a las principales escuelas de negocio de la región, que se reunieron para el evento. Estas escuelas son instituciones financieramente bien equipadas, y suficientemente desarrolladas como para ser capaces de contribuir a la conversación entre las escuelas globales de élite. Lamentablemente, todavía quedan en América Latina muchas escuelas que no tienen vínculos con la AACSB, o no han llegado al punto donde puedan participar en estos encuentros. 

En total, tuvimos representación de once países, con más de 80 participantes, lo cual significó una respuesta considerable a la convocatoria. Cuando discutíamos los puntos de vista de los participantes, uno tenía la oportunidad de escuchar criterios provenientes de las escuelas que conforman la élite de la enseñanza de negocios, no necesariamente el parecer de las alrededor de 2.300 escuelas que funcionan en la región. 

En cuanto a los temas debatidos, el asunto fundamental giró alrededor del momento que están transitando las escuelas de negocio en América Latina. En varios países como México, Colombia, Perú, Chile o Brasil, aunque no tanto aún en el Caribe, la economía está floreciendo. Se nota un crecimiento significativo del PIB y una actividad sustancial del sector privado. Por eso hay más demanda de egresados listos para ocupar esas posiciones. Esto coloca a las escuelas en una posición clave, su trabajo puede impactar considerablemente las economías nacionales. Están entrenando y graduando a estudiantes que inmediatamente van a trabajar con la posibilidad de marcar la diferencia en estas economías. 

Por eso las escuelas de negocio están entusiasmadas. Están tratando al máximo ofrecer lo mejor a los estudiantes, y satisfacer las necesidades de las compañías. Igualmente están preocupadas por sus países, porque saben que aún sus economías se enfocan principalmente al negocio de la extracción, o sea las commodities. Pero las escuelas quieren colaborar en una transición hacia economías de servicio, en vez de limitarse a la extracción de recursos que eventualmente mermarán. Saben que su rol es muy importante en la medida que pueden graduar individuos listos para ofrecer servicios especializados de excelencia en una economía basada en los servicios. En este sentido, entienden que podrían mejorar mucho su trabajo si contaran con un claustro académico mejor y más preparado. 

Qué quiero decir con esto: buena parte de los profesores que enseñan en las escuelas de negocio latinoamericanas tienen experiencia práctica en la industria y no proceden de la academia. Esta persona va a enseñar a los estudiantes lo que estos pueden leer en un libro de texto, o lo que el profesor ha aprendido de su propia experiencia. Esto no necesariamente entrena al estudiante en un pensamiento crítico acerca de situaciones de negocio abstractas, o a analizar desde la perspectiva de distintos puntos de desarrollo económico. Si se trata de un manager de una compañía minera en Perú, que también enseña en un curso de management, es probable que enfoque el análisis más desde una perspectiva local y actual, en vez de abrir la reflexión a varias posibilidades, como haría un académico. Eso me preocupa en alguna medida, esa estrechez de análisis con que se preparan los estudiantes en la gran mayoría de las escuelas latinoamericanas. Con todo, reafirmo que es un tiempo muy prometedor para las escuelas.

Otro tema de relevancia discutido se relaciona con lo que he dicho. Tiene que ver con la carencia de programas doctorales y la incertidumbre que las escuelas expresan sobre qué hacer al respecto.  

Varios participantes se expresaban en términos de que “no estamos preparando académicos, no tenemos los fondos para entrenar candidatos PhD, es difícil reclutar profesores de otras regiones dispuestos a mudarse acá. Como nuestros programas se imparten en Español, los profesores a reclutar deben reunir las condiciones de tener el grado doctoral, y además hablar Español”. Actualmente, la mayor parte de las instituciones no ofrecen programas PhD, con lo cual no los desarrollan internamente, por otra parte un académico bien capacitado que hable español resulta caro, y los presupuestos son ajustados. Las escuelas están batallando por un número de profesores muy limitado, entonces a menos que sea una institución muy bien financiada es difícil resolver esta situación.  

Varios de los participantes en la Conferencia buscan la acreditación de AACSB. Sin embargo, para lograrlo saben que tendrán que construir su claustro académico y balancear mejor la enseñanza académica con la práctica. No es que los profesores formados en la industria sean malos, de hecho son muy valorables, pero no se puede tener un claustro mayoritariamente adjunto, que trabaja fuera y da clases a tiempo parcial. Para construir una buena escuela de negocios, la institución debe contar con ambos tipos de claustro, el académico y el adjunto, a tiempo completo y a tiempo parcial. Es un gran desafío para muchas de las escuelas en la región. 

En fin, es un periodo excitante. Además del crecimiento económico, el número de estudiantes ha crecido mucho en América Latina. Comparativamente, la cantidad de individuos en edad estudiantil ha disminuido en Europa, y en EE.UU. se mantiene estable. Pero en América Latina y el Caribe el número se ha incrementado, lo mismo que en Asia, el Medio Oriente y en África. Esto ofrece mucho potencial a las escuelas que tienen un número mayor de candidatos entre los cuales elegir. Pero el desafío persiste con el tema de los profesores. 

Voces del sector privado siguen notando la falta de talento o lo difícil de retenerlo, sobre todo en la región de Centro América pero no exclusivamente. ¿Qué hacen las escuelas de negocio en este sentido? ¿Fue un tema abordado en la Conferencia?

Esto no sucede solamente en América Latina, sino en las economías emergentes de todo el mundo. Las grandes corporaciones multinacionales entran a los mercados adaptadas a un nivel de management sofisticado, y cuando contratan al talento local chocan con que no poseen las mismas habilidades y preparación deseada. Lo que dicen los CEO es que tienen que despedir a la mitad de la gente que contratan y a la otra mitad deben reentrenarla. La conclusión es que las escuelas locales no están graduando los profesionales que las grandes firmas necesitan. 

Cuando la dirección de las corporaciones estudia las escuelas locales, sus prácticas y estructura, se percatan de que ninguna de esas escuelas con las cuales comienzan a relacionarse o donde han reclutado egresados, tiene alguna acreditación. Esto implica que nadie está revisando la institución para asegurarse de que sus programas educativos impartan contenidos actualizados, relevantes o simplemente cumplan sus objetivos académicos. En esta situación, por supuesto que surgen insatisfacciones. 

Las escuelas representadas en la Conferencia saben esto y están tratando de formar mejores estudiantes. Desafortunadamente, a la Conferencia asistieron unas 60 o 70 escuelas, además de las 16 ya acreditadas, pero hay unas 2.300 escuelas en la región. Esto de alguna manera indica que el problema con el talento se mantendrá, y el sector privado continuará teniendo dificultades con los egresados locales, y seguirán con la necesidad de reentrenarlos o reemplazarlos. Este ciclo se sostendrá en tanto más escuelas no tomen en serio acciones para mejorar la calidad de su enseñanza. Y lo que las obliga a mejorar es precisamente las revisiones periódicas de acuerdo a estándares internacionales, tales como los de la Asociación, que se actualizan a cada 5 años y sirven como pauta para instituciones del mundo entero. 

Otro problema que las corporaciones enfrentan en las economías emergentes es que todas quieren graduados de alta calidad. Pero como he dicho, las escuelas no están enfocadas por igual a mejorar su calidad, entonces producen graduados con diferentes calidades y preparación. Este es un problema que aún necesita solución. Y en las circunstancias actuales de la región latinoamericana, con menos del 1% de sus escuelas acreditadas, es muy difícil encontrar solución a corto plazo. Pero tampoco puede continuar como viene sucediendo.

La evolución de la educación del management también fue asunto de debate. ¿Cuán actualizados están los contenidos académicos en las escuelas de negocios latinoamericanas en relación a los estándares aprobados por la AACSB en 2013?

Los nuevos estándares de 2013 son beneficiosos para América Latina. Por ejemplo, por primera vez, los programas de educación ejecutiva se contemplan en los estándares de la Asociación. Y la educación ejecutiva es de gran importancia para las instituciones latinoamericanas. Su inclusión ayudará a mejorar la calidad de los programas de educación ejecutiva a nivel global. 

Otro cambio relevante es cómo los estándares entienden la noción, el contenido, de cómo debe ser un líder. Siempre hemos dicho que los líderes deben ser éticos, pero ahora decimos que además de éticos deben ser socialmente responsables en sus comunidades. Para la sociedad es importante que los líderes y sus compañías devuelvan a la comunidad. Hemos insistido en que los líderes deben asegurarse de actuar éticamente e implementar modelos e ideas sustentables, y por consiguiente que sus organizaciones sean éticas y sustentables, y que en ningún caso adopten “arreglos” para el corto plazo que serían dañinos a la larga. Los negocios deben considerar modos de desarrollo que al tiempo de mejorar sus operaciones propicien una sostenibilidad medioambiental. 

A través de los estándares de 2013, la AACSB reafirma que el énfasis debe estar en la educación de los líderes, algo en lo que intervienen las escuelas de negocio y las sociedades en su conjunto, y también la AACSB. Debemos asegurarnos de que los líderes cuentan con los conocimientos y habilidades necesarios desde su primer día en el trabajo. Muchos individuos tendrán que lidiar con gobiernos y algunas veces con prácticas que no están de acuerdo a las cualidades que queremos fomentar en los líderes. Por eso los miembros de la Asociación han sentido la importancia de que estos rasgos y características estén incluidos en los estándares, con el fin de ayudar a las instituciones a mostrar un currículo que contribuya a la formación de líderes responsables. 

Los estándares resaltan la necesidad del rigor en la enseñanza. Refuerzan el proceso de aprendizaje del estudiante a través del mejoramiento de los programas. El propósito es transmitir la idea de que las escuelas deben perseguir su misión, y buscar ser innovadoras y mantener un compromiso con las prácticas de negocios, algo que muchas ya están haciendo hoy en día.

Aunque en general la dirección tomada por los estándares ayuda a las escuelas latinoamericanas, el punto de conflicto es que permanece el requisito de un claustro mayormente doctoral. 

De esta carencia se desprenden otras áreas de conflicto, como es que hay un requisito que pide contribución intelectual. Si los claustros están compuestos en su mayoría por profesores a tiempo parcial, es difícil que ellos tengan la oportunidad de ofrecer este tipo de aporte, por eso las escuelas tampoco cumplen en este punto. Con esto me refiero a publicar los resultados de investigaciones como artículos en publicaciones especializadas o a aportar otras técnicas innovadoras que tienden a generarse en las escuelas de negocio de los profesores a tiempo completo. 

Por nuestra parte, como organización tenemos que diseñar alguna solución, alguna manera de integrar a más escuelas latinoamericanas, quizás mediante la modificación hasta cierto punto del requisito del claustro, para integrar no sólo a escuelas latinas sino de otras economías emergentes. Es una respuesta difícil de encontrar, porque la acreditación necesita ser balanceada y justa para todos. Como organización, tenemos que pensar en si convendría diseñar algún otro recurso, o certificación semejante a la acreditación, pero no al mismo nivel que cuando pedimos el requisito del claustro doctoral.

Entonces, ¿podemos esperar una mayor relación entre la AACSB y las escuelas latinoamericanas? ¿Cómo será la estrategia a adoptar por la AACSB?

Entre nuestras iniciativas se encuentra el desarrollo de la Junta de la AACSB para América Latina y el Caribe (AACSB’s Latin American and Caribbean Advisory (LAAC) Council). La Junta se creó con el objetivo de incrementar el apoyo de la AACSB a aquellas escuelas dedicadas a la educación de negocios que operan en América Latina y el Caribe. Nos dimos cuenta de que la AACSB incluye en su membrecía o tiene acreditadas a varias de las escuelas élite de la región, pero aún existen alrededor de otras 2.200 que no pueden beneficiarse de los servicios de la membrecía, que no se pueden unir a iniciativas de liderazgo, o que pierden oportunidades de influir mejor y más en el desarrollo profesional de sus comunidades y países.  

De momento, la AACSB está diseñada para ayudar mejor a escuelas que ya cuentan con claustros más balanceados, o escuelas con una rica tradición académica. Y hemos visto que la mayor parte de las escuelas de negocio en América Latina tienen más relaciones con profesores adjuntos, que ejercen en la industria y también con estudiantes a tiempo parcial que trabajan. Aparte de las 16 escuelas acreditadas, y otras 8 o 10 que se encuentran en el proceso de acreditación, la mayor parte no “luce”, en estructura y currículo de enseñanza, como el resto de las escuelas en el mundo acreditadas por la Asociación. Por eso es que entendemos que nos toca establecer una manera de trabajar mejor con esta inmensa mayoría de escuelas para comprender sus necesidades y determinar cómo podemos ofrecer una mejor asistencia. 

Comprendemos que la mayoría de las escuelas no van a cambiar su estructura sólo porque nosotros les pidamos que tengan un porciento específico de profesorado doctoral, otro investigativo y otro de claustro adjunto. Anticipamos que la respuesta sería que ellos son afortunados de contar al menos con el claustro que ya tienen. Por tanto, como organización que se propone servir al desarrollo del management internacionalmente, necesitamos generar una vía, una estructura, que nos permita brindar nuestros servicios a esta mayoría de escuelas. Lo más probable es que sea una forma distinta a la que tenemos de relacionarnos con las escuelas de países más desarrollados. 

A largo plazo, la AACSB tiene aún un obstáculo importante que superar en sus esfuerzos para ayudar a las escuelas de la región. Se trata del modelo de acreditación que se construyó para un mercado muy maduro de escuelas de negocio, pero la mayoría de las escuelas latinoamericanas son muy jóvenes. Como organización debemos hallar una manera de ayudar a las escuelas en su proceso de mejora, mientras trabajan sobre la configuración de su profesorado. 

Pero sucede que actualmente la AACSB no posee un producto o una certificación que funcione para escuelas estructuradas alrededor de una enseñanza más práctica. Parte de nuestro trabajo durante los próximos dos años será estudiar esas escuelas, no sólo aquellas en América Latina y el Caribe, sino en países de Asia y África, que no tienen claustros doctorales y por tanto es más difícil que participen o se beneficien de la acreditación. 

Ahora mismo estamos atravesando un momento de escuchar mucho, prestar gran atención. Nos esforzamos por estimular a las escuelas a que busquen la membrecía en la Asociación. Estamos ofreciendo más iniciativas en español, como el sitio web y artículos. Este agosto ofrecimos la primera Conferencia del LAAC, que se va a celebrar cada año. Estamos impartiendo seminarios en español sobre la acreditación y sobre cómo mejorar la efectividad de la enseñanza. El objetivo es contribuir con más servicios de desarrollo profesional. Estoy entusiasmado al ver los resultados del trabajo realizado por el LAAC. La Junta ya ha facilitado una cantidad de información y guía invaluables. La Conferencia y el seminario sirven como pequeños ejemplos de todo lo hecho para ayudar a las escuelas. 

La Junta está compuesta por decanos de las 8 o 9 mejores escuelas de la región. Desafortunadamente este pequeño número no es representativo de la inmensa mayoría de las escuelas, pero es un comienzo. Pero sí los líderes de la Junta operan en los mismos ambientes que el resto de las escuelas, por eso entienden las necesidades de esas escuelas que no tienen vínculos con la Asociación, y hasta ahora se ha hecho un buen trabajo. Un plan estratégico ha sido aprobado por el board y la Junta se reunirá dos veces más durante los años académicos 13-14. Será en Lima en noviembre de 2013 y en Buenos Aires a fines de junio. 

El entorno de las escuelas de negocio latinoamericanas es muy competitivo, y aumenta a medida que se acentúa la globalización. De acuerdo a lo que percibió en los decanos de las principales escuelas, ¿espera ver más colaboración entre ellos, o se notan más propensos a la competencia?

En lo relacionado a colaboraciones, las mejores escuelas en América Latina tienen fuertes vínculos internacionales, pero fuera de su región. Hemos percibido que dentro del área esto es distinto. La Conferencia se realizó en México, una ciudad que alberga a tres escuelas de clase mundial, la ITAM, Ipade y Egade. Como parte de la Conferencia, invitamos a los decanos de estas a una cena para hablar con los miembros de la Junta. Y creo que es muy probable que fuera la primera vez que ellos se sentaran a conversar juntos. Pienso que debe ser el caso en la mayoría de los países latinoamericanos, donde las escuelas de negocio se conocen unas a otras pero no tienen oportunidades, ni dan lugar a oportunidades, para conversar entre ellas. 

Entre los beneficios que propicia la AACSB está precisamente disponer de un espacio para reunir las escuelas. Cuando sus directores empiezan a hablar, descubren cosas de los demás, y así comienzan a expandir sus campus. Un minuto de conversación entre ellos implica un avance enorme y se nota que ellos lo aprecian. Creo que estas escuelas con fuertes colaboraciones con asociados internacionales, a nivel intercontinental, pueden ganar de actos de colaboración dentro de su propio territorio, los cuales son escasos ahora. Lo que tienden a hacer en todo caso es descentralizar los campus de forma tal que pueden establecer sedes en múltiples regiones, en lugar de establecer colaboraciones locales. Y es más costosa la primera solución que implica mover al claustro. 

Entonces la AACSB tiene el poder de juntar a la gente, lo cual es un beneficio. Durante los últimos años la Junta ha sido capaz de atraer a un mismo sitio a varias escuelas latinoamericanas. Pero ahora, mediante los nuevos esfuerzos, creo que podremos reunir incluso a más escuelas, lo cual va a estimular un nivel de comunicación mayor, que contribuirá a mayor cooperación, y colaboración futura.

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