Economía

Malthus vuelve al ataque

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Por Rolando Arellano C. Ph.D. Presidente de Arellano Marketing, Investigación y Consultoría para Economías Emergentes. Profesor de Centrum Católica, Perú.

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Hay dos grandes corrientes de pensamiento económico casi olvidadas por los economistas modernos. Una, la de Thomas Malthus que dice que la población humana crece en progresión geométrica, mientras que los medios de subsistencia lo hacen aritméticamente. Otra, la de los fisiócratas Quesnay y Turgot, que señala que la única riqueza válida es la que produce la tierra. La crisis económica de hoy nos demuestra que no estaban tan equivocados, pues hasta pueden enseñarnos que la salida de la crisis no es necesariamente por donde todos queremos verla.

Malthus predijo que un día la población no tendría recursos suficientes para subsistir y desaparecería. Una situación que no ocurrió tal cual pues la tecnología permitió producir más alimentos y disminuyó la tasa de crecimiento poblacional. Por otro lado, la teoría fisiocrática sufrió un traspiés cuando la revolución industrial creó mucha riqueza independiente de la agricultura.

Pero, no olvidemos que el planteamiento central de Malthus no concierne al tamaño poblacional, sino a la relación entre las necesidades de los habitantes y los recursos disponibles. Por tanto, es igual de problemático, que la población de un país pase de 1.000 a 2.000 habitantes, siendo que cada una consume 10 kilowatt de energía, a que un país no altere su población, pero sus habitante sí aumenten su consumo de energía de 10 a 20 Kw por cabeza.

Malinterpretamos a Malthus. Nos quedamos tranquilos con el control poblacional y no con el crecimiento del consumo.¿No es exagerado que un europeo consuma 600% más energía que un latinoamericano promedio? Y, ¿Cómo entender que un estadounidense consuma el doble que un europeo?

Quizás la crisis económica de hoy no sea sólo un problema financiero y bancario, sino una defensa de la naturaleza contra un nivel de consumo insostenible. Al no bastar las advertencias de los ambientalistas, el Nobel a Al Gore, las toneladas de basura en la ciudades o el impresionante porcentaje de obesos, pareciera que la naturaleza decidió hablarle al mundo en su idioma actual, el de la economía y las finanzas.

Esto mostraría además que los fisiócratas no estaban tan equivocados cuando hace 200 años señalaron que todo lo que no creaba riqueza natural era estéril para la sociedad. Si vivieran hoy ¿No se estarían refiriendo a Wall Street, los bonos basura y las pirámides de Ponzi? ¿No dirían que la base de la crisis actual es que el consumo de los países ricos se sustenta más en una riqueza teórica y especulativa que en su verdadera capacidad de generar valor?

Quizás por ello es que esta crisis afecta primero a los países ricos (que son en realidad, a los que más consumen) y sólo de manera subsidiaria a los países pobres que se les asocian. Tal vez por eso hoy banqueros y propietarios de papeles lloran más que los productores agrícolas de subsistencia. Tal vez eso explique también porqué las clases emergentes de América Latina, aunque golpeadas, resisten mejor que muchos grupos más sofisticados de sus países.

En fin, todo esto llevaría a una gran reflexión sobre la manera de superar esta crisis, pues la mayoría espera que eso ocurra con la recuperación del consumo de los países ricos. Eso sería no entender que esta turbulencia es básicamente una fuertísima llamada de atención de la naturaleza, recordándonos a Malthus y los fisiócratas, diciéndonos que si continúa el consumo exagerado de unos pocos, las próximas crisis ya no serán de papel. ¿No será el momento de hacerle caso y aprovechar no solamente para –por su bien- disminuir los excesos de una parte de la población, y de paso que las empresas orienten sus esfuerzos para que la otra –esa que consume menos que lo deseable por falta de oferta- incremente su bienestar?

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