Liderazgo

Liderazgo y complejidad: una nueva visión para la gestión

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Por Lydia Arbaiza, PhD y profesora Universidad Esan.

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Las organizaciones y los líderes dentro de ellas, actualmente se encuentran atravesando cambios en todo nivel. La velocidad del cambio aumenta y este cambio es visto como algo necesario para sobrevivir.

Para que la organización sea capaz de manejar este cambio, es necesario un proceso de transformación y reinvención. Por ello el liderazgo enfrenta constantemente el reto de la creatividad e innovación. Las demandas y expectativas del liderazgo están cambiando y aumentando al punto en donde estas expectativas, probablemente excedan las capacidades de los individuos.

El liderazgo de hoy es aquel que reconoce que para cumplir compromisos, se necesita el soporte de otros. El héroe solitario que transforma las organizaciones con una sola mano, ha sido desplazado. Ahora el liderazgo reconoce la importancia de las relaciones para lograr el éxito en la realidad cambiante de las organizaciones. No existe una lista que describa las cualidades del liderazgo, pero sí se sabe que liderazgo es multifacético y es necesario prestar atención al "ser", más que al "hacer", esto quiere decir, enfocarse en los procesos más que en los resultados.

La teoría de la complejidad ha sido usada como fuente de nuevas metáforas para el liderazgo. Las organizaciones han sido concebidas como sistemas adaptativos complejos y tanto el liderazgo como el cambio, han sido sometidos a un análisis focalizado en lo no lineal y lo emergente. El paradigma actual de las organizaciones, se enfoca en las teorías científicas de la administración, las cuales reflejan una filosofía que se centra en la necesidad de controlar y predecir. Esta necesidad de control, refleja una necesidad de seguridad y el miedo a lo desconocido. La realidad cambiante nos exige que dejemos estos miedos y afrontemos la incertidumbre. Según la teoría de la complejidad, el orden que deseamos a través del control, es en realidad el resultado del cambio y la incertidumbre. El acto de controlar puede ser un problema para la creatividad e innovación que se busca en la organización.

El liderazgo de hoy, actúa en un contexto organizacional, complejo, incierto y de interacciones. A partir de los desafíos que atraviesan las organizaciones, surge una necesidad de reducir la complejidad y la incertidumbre para obtener un panorama deseable del futuro. Por ello, el liderazgo debe tener un sentido de propósito y una visión. El éxito de las organizaciones a largo plazo, está en la habilidad de actuar responsablemente, de las personas que las lideran. El lograr el éxito en ambientes turbulentos y cambiantes, demanda el ejercicio de estrategias emergentes, en vez de enfoques enteramente planificados o diseñados.

Algunos autores señalan la forma en la cual, la mayoría de enfoques de la teoría del liderazgo se mantienen fijos en la premisa de que el liderazgo es influencia interpersonal. Estos autores relacionan este énfasis en la influencia, al reduccionismo y determinismo. Por un lado, el reduccionismo siendo el intento de entender el todo, se basa en el entendimiento de las partes. Por otro lado, el determinismo, siendo la creencia de que el conocimiento de los eventos precedentes permite cierta predicción de los eventos futuros.

La teoría de la complejidad busca evitar ambos, el reduccionismo y el determinismo, a través del holismo. El holismo es una doctrina que se fundamenta en que el todo es mayor que la suma de sus partes, por lo tanto, uno no puede entender el todo a través de una focalización exclusiva de las partes y que hay un nivel irreducible de incertidumbre en cualquier sistema complejo. Debido a esto, uno no puede predecir el futuro de un sistema complejo con certeza. Aplicar estos principios holísticos al liderazgo, trae como consecuencia la conceptualización de las partes como parcialmente e inciertamente determinantes del liderazgo. En otras palabras desde la perspectiva de la complejidad, los líderes y los seguidores con sus metas comunes no equivalen al liderazgo. La conducta de los líderes y la respuesta de los seguidores ante esa conducta, no predicen con ninguna certeza los resultados de un sistema de liderazgo.

Esta perspectiva tiende a generar la pregunta sobre ¿cuáles pueden ser los elementos esenciales del liderazgo además de los líderes, seguidores y metas comunes? La teoría de la complejidad aplicada al liderazgo, aún se encuentra en un estadio temprano. El liderazgo complejo, ve orden en un sistema que emerge de la interacción de agentes, haciendo del liderazgo no solamente un proceso de arriba a abajo, sino de abajo a arriba, cuando estos agentes actúan como catalizadores de estructuras emergentes de abajo a arriba.

El liderazgo emergente interactúa con el liderazgo administrativo, en un proceso “de enredo”. Los teóricos de la complejidad se plantean nuevas interrogantes tanto teóricas como empíricas, como por ejemplo, si sacáramos al liderazgo del rol gerencial formal ¿cómo identificamos lo que es el liderazgo?, ¿cómo manejamos este “enredo”?; ¿cómo interactúa el liderazgo de arriba a abajo, con el liderazgo de abajo a arriba? Y ¿cuáles serían las condiciones que llevan a la acción colectiva emergente y productiva? Por eso decimos que es un proceso “de enredo”. Nada está aislado en el universo, todo está en relación, sin embargo, nuestra socialización, nuestra inducción al ámbito de la sociedad, ha propiciado que desarrollemos un pensamiento separador, simplificador y reductor.

Diversos fenómenos cambiantes, y turbulentos como la era de la globalización y la innovación tecnológica, han dado lugar a la complejidad incierta, dinámica y sin precedentes en el ambiente de las organizaciones actuales. Estos movimientos hacen que el ejercer el liderazgo sea cada vez más difícil ya que el cambio discontinuo ocurre cada vez más rápido. Por esta razón, las demandas del liderazgo estratégico de hoy engloban la interpretación del ambiente, el trabajo de la estrategia apropiada y la construcción de una organización que prospera en tal contexto, asegurando el funcionamiento sostenido de la organización.

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